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En la familia encuentra el hombre satisfacción a sus legítimas aspiraciones y afectos.  La familia da lugar al nacimiento de nuevos seres que perpetúan la sociedad. Procura el mantenimiento del orden social sin el cual no se podría vivir. "En todas las razas y en el curso de cada existencia individual - ha dicho Le Play - la familia es el primer medio de educación. En efecto, no sólo produce los renuevos que perpetúan la raza, sino que trasmite poco a poco desde su nacimiento la práctica de la ley moral, sin la cual no podrían gozar, después, de la paz ni del pan cotidiano".

La familia introduce al individuo en la sociedad, le provee los bienes materiales necesarios para la subsistencia, le protege en los riesgos de la existencia, le transmite los valores culturales y le ejercita en el sacrificio, en el trabajo y en todas las virtudes domésticas que lo elevan y ennoblecen. Y aún en la edad adulta, la familia continúa ejerciendo gran influencia moral sobre el hombre, al que mantiene en la senda del deber y atrae al camino de la virtud y de la dignidad.

En el orden social, es además la familia la depositaria y la transmisora de las tradiciones culturales y políticas del pueblo, que van pasando de generación en generación. Ella comunica el interés por todo lo que conduzca a asegurar la paz, el orden público y el fomento de todos los bienes morales y materiales del país, y participa en la administración de los intereses comunes de la localidad, creando lazos que dan origen al patriotismo verdadero[1].

 "La familia contiene en sí los gérmenes de la sociedad civil y es en gran parte en el hogar donde se juega la suerte de los Estados", enseña León XIII[2]. Asimismo, Juan Pablo II afirma: "Una Nación verdaderamente soberana y espiritualmente fuerte está formada siempre por familias fuertes, conscientes de su vocación y de su misión en la historia"[3].

Si imaginásemos una España entera compuesta por excelentes familias, que hacen todo lo que pueden por sus hijos en el orden religioso, moral, intelectual y material, rápidamente se transformaría en una nación cumbre del mundo. Es decir, no hay medio mejor de servir al bien común que trabajar por el bien de la familia.

 

 

 

[1] Cf. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, tomo XXIII, Barcelona, Hijos de J. Espasa, Editores. 924. Voz Familia, pp. 198 a 203.

[2] Encíclica Sapientiae Cristianae, 10-1-1890.

[3] Carta a las Familias, 2-2-1994.