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Los padres solidariamente deben amar a sus hijos, atenderlos corporal y espiritualmente y procurarles un porvenir humano proporcionado a su estado y condición social. Son los primeros responsables por su educación. "La buena o mala conducta de los hijos proviene, la mayoría de las veces de la buena o mala educación que recibieron de sus padres", recuerda San Alfonso María de Ligorio[1].

También deben los padres aconsejar a sus hijos, pero respetar la elección del estado que ellos quieran adoptar[2].

Los hijos deben amor, reverencia y obediencia a los padres. "Con todo tu corazón honra a tu padre y no olvides los dolores de tu madre", exhorta el Libro Sagrado (Eclo. 7, 29). "Guarda, hijo mío, los mandatos de tu padre y no des de lado las enseñanzas de tu madre", dice el libro de los Proverbios (6, 20).

"Cuando los hijos son mayores deben seguir respetando a sus padres. Deben prevenir sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas", manda el Catecismo (núm. 2.217). "Acoge a tu padre en su ancianidad y no le des pesares en su vida. Si llega a perder la razón, muéstrate con él indulgente y no le afrentes", enseña el Eclesiástico (3, 14-15). Los hijos deben prestar ayuda material a los padres, si éstos en su ancianidad, no pueden valerse por sí mismos[3].

Los hermanos se deben mutuamente cariño, unión, edificación y ayuda. Igual exigencia existe entre los parientes en la medida y proporción de su proximidad al tronco común. El Cardenal Gomá, escribía: "Hay pues, en el espíritu de fraternidad, una fuerza imponderable en orden a la grandeza de la familia y de la sociedad. Es, ante todo, el amor fraternal el más firme baluarte del espíritu de familia [...]. La unión de los hermanos es la fuerza de la casa y su propia fuerza"[4].

 

 

[1] Oeuvres Complètes -  Oeuvres Ascétiques, Casterman, Tournai 1877, 2ª. ed., tomo XVI, p. 474.

[2] Pecan gravemente los padres que pretenden imponer a los hijos su voluntad en la elección del estado. (Principios de Teología Moral, Lanza-Palazzini, Rialph, Madrid, 1958, tomo II, pp. 447).

[3] Cf.  P. Antonio Royo Marín. Teología Moral para Seglares, BAC, Madrid, 1957, tomo I, pp. 668-669.

[4] La familia, c. 8 p. 299-300, en P. A. Royo Marín, OP, Teología Moral para Seglares, B.A.C., Madrid, 1961,  tomo I, pp. 670-671.