Desde el punto de vista del bien general aún es más importante la estabilidad, pues sin ella la familia no podría cumplir su fin social. Sin estabilidad no hay adherencia a la localidad, ni a sus conveniencias; no hay tradiciones ni hábitos de gestión de los intereses comunes del lugar, ni públicos. Ni espíritu de abnegación hacia este bien general.

La inestabilidad en sus moradas, que afecta tanto a familias importantes como a las comunes hoy en día, es el reflejo de la inestabilidad de las condiciones de vida de la familia como institución. Toda institución que vive en condiciones inestables camina hacia la ruina.

Antiguamente, era más común que el padre conservase próximos a los hijos casados con sus respectivas proles, siendo los padres punto de unión, ejerciendo su influencia y dando continuidad a las familias. Hoy predomina una familia más inestable, constituida por los esposos, que aumenta luego por el nacimiento de los hijos, pero  decrece a medida que éstos se casan y se establecen lejos. La familia se disuelve, en fin, por la muerte de los padres.