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Irrefrenable baja de la natalidad
     Desde 1976 a nuestros días, la tasa de natalidad en España ha bajado a menos de la mitad. En los últimos años el problema se ha agudizado: mientras en el año 2008 nacieron 519.700 niños, en 2013 fueron 425.300. Un 18% menos en seis años.
     En 2013,  el indicador de fecundidad fue de 1,26 hijos por mujer contra 1,44 en 2008, siendo que el remplazo generacional requiere como mínimo un índice de 2,1 hijos por mujer.
     Las españolas retrasan cada vez más la maternidad. Actualmente la media es a los 32,2 años.
Año a año, se va reduciendo el número de mujeres en edad de tener hijos debido a la baja de la natalidad que comenzó en los años 80.  Una vez que las madres tienen hijos a los 32 años, la media de las actuales madres nació en 1982.
     Si en 2013 hubo la mitad de niños que en 1982, de aquí a 32 años tendremos la mitad de madres de ahora en edad de procrear.
     Si se confirma la tendencia de los últimos 20 años de un aumento constante de abortos (dos millones desde 1985 a 2014) y del uso de anticonceptivos, esa mitad de madres tendrá un índice de hijos aún menor que actualmente.
     Otro factor importante para agravar todavía más el descenso de la natalidad es el desplome del número de matrimonios (51.997 menos que en 1990), el crecimiento del número de las llamadas “parejas de hecho” (ya hay 1,5 millones) y el aumento vertiginoso de las rupturas matrimoniales, superando 2,7 millones desde 1981.
Fuera del matrimonio, el número de madres que se proponen tener hijos es muy inferior que dentro de las familias bien constituidas.

EutanasiaDemografica

El envejecimiento poblacional
     Un avance tan positivo como es el aumento de la longevidad hasta la media de 82,8 años en el año 2013, agrava el problema del envejecimiento poblacional.
     El porcentaje de jubilados pasará del actual 26% al 68% en 2050.  En 2022, de aquí a 8 años, por cada 10 personas con edad de trabajar, habrá seis dependientes. Es necesario considerar además, que a partir de los 80 años, la salud de los que envejecen se vuelve mucho más precaria y requiere un esfuerzo creciente del sistema sanitario. Las familias tendrán que asumir parte del cuidado de sus mayores.
     Habiendo más pensionistas, más gastos sanitarios y menos trabajadores que coticen, si se quiere mantener el actual sistema de pensiones, será necesario, año a año, ir subiendo las cuotas de la Seguridad Social y/o los impuestos.
     En 2023, de aquí a 9 años, habrá 10 millones de mayores de 64 años.  La combinación  envejecimiento y descenso de la población rebajará el crecimiento en un 0,7% anual, según la OCDE.
     Otro índice del ocaso del llamado “estado de bienestar social” es que de 18,2 millones de hogares de
España hay, en 2013,  4.412.00 de personas que viven solas, entre las cuales 1.805.600 mayores de 65 años.
     El número de habitantes en España cayó en 220.000 personas en el año 2013 (1). Es sabido que el aumento de la población ha sido siempre uno de los motores del crecimiento económico en cualquier país y que el envejecimiento de la sociedad  hace menguar el número de emprendedores.
     En la eutanasia individual participan el paciente, la familia y los agentes sanitarios. También en esta “eutanasia demográfica” de España están implicados todos sectores de la sociedad y a todos nos cabe enfrentar este tremendo desafío o dejar morir nuestro futuro y el de España en una mal llamada muerte dulce, anestesiada por la caduca y materialista promesa del Estado de bienestar social y por el mito de que el crecimiento económico ilimitado es irreversible.
     Predicadores, misioneros y moralistas; sociólogos, economistas y políticos; medios de comunicación, asociaciones y las propias familias, somos los responsables de revertir este triste y dramático proceso.
     Trascendiendo de toda esta insustituible y urgente acción humana, una cosa tenemos segura: Reinaré en España... ¡Sagrado Corazón de Jesús en Vos confiamos!

(1) Fuentes estadísticas utilizadas: informes del INE y del IPF de 2104.

Directamente relacionado con la crisis de la familia, se le presenta a España el desafío del "auténtico desastre", que constituye su situación demográfica, según lo reconoció el anterior presidente del Gobierno, José María Aznar[1].

Si no es modificada la actual tendencia, los demógrafos pronostican no sólo que España será la nación con población más vieja del mundo en el año 2050[1], sino que también sucederán una serie de consecuencias catastróficas en materias económica y social.

Con menos gravedad que en España, el fenómeno del envejecimiento se proyecta sobre todo el mundo. Desde el punto de vista de la realidad  económica, una población envejecida resulta costosa para los países. Según la División de Población del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de la ONU:

Uno de los mayores mitos propagados en el mundo, en el siglo pasado, fue que la tierra no tendría recursos suficientes para alimentar a su creciente población[1]. De ahí se concluía que para evitar el hambre y la pobreza era necesario bajar la natalidad. A este problema se le llamaba la "bomba demográfica".

La realidad ha desmentido este mito. La División de Población del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de las Naciones Unidas ha publicado recientemente un informe titulado: "Población, Medio Ambiente y Desarrollo". He aquí algunos datos importantes:

  • Entre los años 1900 y 2000, la población mundial creció desde 1.600 millones a 6.100 millones de personas. Es decir,  se multiplicaba por cuatro, mientras el producto bruto real se incrementaba entre 20 y 40 veces, permitiendo al mundo no solamente sostener una población cuatro veces superior, sino también hacerlo con condiciones de vida francamente superiores.

  • El porcentaje de población mundial que vive en absoluta pobreza (con menos de un dólar al día), bajó desde cerca del 28 por ciento en 1987, al 24 por ciento en 1998.

  • La producción agrícola mundial ha superado al crecimiento de población, y el precio real de los alimentos ha bajado.

  • En cuanto a la cuestión de la comida, el Director General de la Organización de la Alimentación y la Agricultura, Dr. Jacques Diouf, en una nota de prensa para el Día Mundial de los Alimentos, hacía mención a los principales obstáculos para reducir el hambre, citando la falta de paz y estabilidad política, sin hacer mención al nivel de población.

Se entiende, pues no hay relación entre ambas realidades. Muchos de los países más densamente poblados están en Europa, donde los alimentos sobran. El Sureste de Asia, designado con frecuencia por los comentaristas que alertan sobre los peligros de población, tiene el mismo número de personas por kilómetro cuadrado que el Reino Unido. Mientras que Holanda, Bélgica y Japón están muchísimo más densamente poblados que la India.

Además, en el futuro, el mayor crecimiento de población tendrá lugar en las ciudades, dejando sin aumento la densidad de población de la mayor parte de la Tierra. Según los pronósticos, en los próximos treinta años la población rural del mundo permanecerá casi inmutable[2].

 

 

[1] Se basaba en la tristemente famosa e inconsistente ley de Malthus, del siglo XIX: "la población humana crece geométricamente y los recursos crecen aritméticamente".

[2] Cf. Zenit, 2-3-2002.

Actualmente, España está defendiéndose del problema demográfico mediante la inmigración. La población de residentes en España nacidos en otro país ha pasado de 353.367 en 1991 a 1.572.017 en 2001, es decir casi se ha quintuplicado. "El incremento da cuenta de la mayor parte del crecimiento demográfico español en esos diez años, cercano a los dos millones de personas". La población extranjera en España es en promedio más joven que el total español y como esas edades son de alta fertilidad, imprimen también un impulso a la natalidad[1].

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