El 5 de julio de 1985, "día negro en la Historia de España", entró en vigor la ley sobre "interrupción voluntaria del embarazo", "despenalización del aborto" o, en lenguaje claro, la libertad para el feticidio.
En la preparación del III Encuentro Mundial del Santo Padre con las Familias en Roma, el 14-15 de octubre de 2000, el Pontificio Consejo para la Familia publicó algunas reflexiones respecto del aborto que por su especial claridad y autoridad transcribimos:
Lo que nos enseña la Iglesia y la ciencia más actual es que el embrión constituye un ser humano completamente determinado. El Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en un documento del Magisterio de la Iglesia, define esto de forma meridianamente clara:
El aborto provocado no podría ser considerado crimen ni asesinato si el objeto extraído fuese un simple miembro, un tumor o un quiste desarrollado en el seno de la madre. Si, por el contrario, el embrión es un ser humano, individualizado, autónomo e irrepetible, el aborto provocado es sinónimo de homicidio.
Pasemos ahora a considerar resumidamente los principales y monstruosos métodos de aborto:
- La succión. Aspiración violenta, que extrae el niño y lo descoyunta transformándolo en un puré sanguinolento.